Quiero,yo también escribir unas líneas sobre de Juana Chaos,aunque pienso que no se la merece, ahí las tiene:
Son perfectamente comprensibles la ira y el dolor de los de la AVT por la puesta en libertad del etarra José Ignacio de Juana Chaos y que les parezcan pocos los más de veinte años que ha permanecido en prisión. Sin embargo, en mi opinión -y quizás sólo en la mía-, antes de erigirnos en jueces del caso, deberíamos tomar en consideración dos cuestiones al respecto; cosa nada fácil para quienes De Juana u otro terrorista cualquiera le haya arrancado la vida a uno de sus seres queridos.
PRIMERA: que los jueces, magistrados, fiscales y demás, a la hora de dictar sentencias y tomar decisiones, tienen que atenerse a unas leyes vigentes que, les gusten o no, tienen que hacer cumplir como tales.
y SEGUNDA: que quien sólo opine sobre el caso a partir de su indignación, le es sumamente fácil hacerlo con pretensiones de objetividad.
Y queda todavía otra cuestión a tener en cuenta que quizás a muchos les parezca una broma de mal gusto e inoportuna. Pero no. Se trata de algo muy serio. Consiste en que un día de privación de libertad, para quien la padece, no es de veinticuatro horas; sino de al menos setenta y dos. Y que conste que escribo desde viejas llagas encallecidas.
Es de lamentar que Einstein en su 'Teoría de la relatividad', dejara para los filósofos lo de lo relativo del tiempo moral y sólo se ocupara de la del tiempo que llamaremos físico.
Y dado que es de suponer que los de la AVT y otros sean en su mayoría creyentes de la mejor buena fe, quiero remitirles desde aquí a un pasaje bíblico. Aquel en que un grupo de varones justos (¿) se dispone a lapidar a una mujer al parecer adúltera, y que el Cristo, interponiéndose, les dice aquello tan sabio de "El que de entre vosotros esté libre de pecado, etc., etc. (Ver Evangelio de San Juan, capítulo VIII, versículos del 3 al 11)
Y que conste que con ello no pretendo que los de la Asociación de víctimas hayan sido alguna vez terroristas. Pero sí advertirles de que si tuviéramos el valor suficiente para bucear en nuestras conciencias, tal vez nos encontráramos con miles de pequeñas villanías perpetradas a sabiendas que, o bien las hemos relegado al olvido en el desván de nuestro inconsciente o las hemos ido dejando aquí y allá en la semipenumbra de los confesionarios, quedándonos tan tranquilos tras un rutinario 'Ego te absolvo'. No obstante, todas sumadas, tal vez dieran un monto parecido a cualquiera de las monstruosidades perpetradas por De Juana. El doctor Castilla del Pino, que al parecer sabe mucho de eso, escribe no recuerdo dónde que todos tenemos demasiado buen concepto de nosotros mismos. Y quizás sea cierto. No juzguemos, pues, y no seremos juzgados, que para eso están los jueces. Todo ello aparte de que De Juana ya ha sido juzgado con arreglo a las leyes que todos los españoles nos hemos dado bajo estado de derecho, pese a que muchos parecen no haberse enterado.
Y voy a terminar con un algo así como aforismo de la ilustre penalista Victoria Kent, Directora General de Prisiones durante nuestra II República. Dice aproximadamente así: "Si el preso no está regenerado, ¿para qué ponerle en libertad?, y si lo está, ¿para qué mantenerle en prisión?"
Podría servirnos de punto de partida para una reflexión colectiva y desapasionada al respecto.
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